La resistencia antimicrobiana se ha convertido en un problema importante, tanto para los pacientes hospitalizados como para los ambulatorios. El uso excesivo y el mal uso de los antibióticos han contribuido a este problema. Una forma de reducir la resistencia a los antimicrobianos es limitar el uso de los antibióticos mediante programas de administración de estos medicamentos. Las guías de diferentes sociedades científicas han abordado esta cuestión y publicado recomendaciones para la utilización óptima de los antimicrobianos. A pesar de estos intentos para reducir dicha resistencia, los médicos continúan prescribiendo cursos más prolongados de antibióticos. Una nueva manera de reducir su indicación sería a través del uso de un biomarcador que aumente en presencia de infección bacteriana y se normalice después de que la infección haya sido tratada en forma adecuada. Esto permitiría ciclos de antibióticos adaptados a cada paciente y de una duración más corta. Este marcador tendría que ser sensible y específico, sin resultados positivos falsos causados por infecciones virales u otros procesos inflamatorios. Dicho biomarcador es la procalcitonina.
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